1990. El programa Plastic, de TVE, emitía la actuación musical de una banda liderada por un tipo envuelto en una túnica blanca adornada con una bellota. Con una corona metálica en la cabeza y acompañado por un guitarrista que lucía tricornio en la suya, el cantante recitaba: “Nací un buen día, mi madre no era virgen, no vino el rey, tampoco me importó, hago milagros, convierto el agua en vino, me resucito si me hago un canutito”. El estribillo era claro: “¿Cuánto más necesito para ser Dios?”.
Esas imágenes serían impensables en la TVE de hoy sin que se montara un escándalo mayúsculo. El grupo se llamaba Extremoduro y su líder, Roberto, “Robe”, Iniesta. Venían, como su nombre indica, de Extremadura, concretamente de Plasencia. Aquella fue de las pocas ayudas mediáticas relevantes de un grupo que había financiado su maqueta el año anterior con un método que algunos estudiosos consideran el primer crowdfunding. Es decir, pedir pasta a sus colegas pero sin internet mediante.